EL PAPEL DE ESPAÑA EN LA EXPEDICIÓN AMERICANA

EL PAPEL DE ESPAÑA EN LA EXPEDICIÓN AMERICANA DE
ALEXANDER VON HUMBOLDT

 

 

Innumerables estudios y trabajos de investigación han abordado, en sus más diversas facetas, la vida, obra y actividades científicas de Alexander von Humboldt (1769-1859), célebre científico prusiano en cuyo historial destaca su viaje por el Nuevo Mundo, emprendido entre 1799 y 1804. No obstante, hasta hace pocos años[1] ha existido un aspecto injustamente desatendido en estos trabajos, que hace referencia a los vínculos de Humboldt con España tras su estancia en este país en la primera mitad del año 1799[2].

En este contexto, sobre todo, no se debería olvidar que las regiones latinoamericanas que Humboldt visitó y donde se dedicó a la investigación científica, pertenecían al imperio español en ese momento y, como consecuencia, se encontraban bajo la influencia directa de España. Esta consideración es importante, dado que la actitud de la metrópoli hacia sus colonias era la de protegerlas de influencias ajenas. Por lo tanto, con pocas excepciones, la investigación de estas vastas regiones por lo regular solamente podía ser realizada por viajeros y científicos españoles. El prusiano fue el primer explorador extranjero a quien se le concedió un permiso tan amplio y generoso para su larga estancia de investigación en las colonias españolas. Para realizarlo fue necesaria una entrevista personal con el que entonces era rey de España, Carlos IV, con el fin de que Humboldt presentara su proyecto de viaje, es decir, sus objetivos de investigación. Después de examinarlos, Carlos IV le concedió el permiso necesario, junto a varias cartas de presentación, que le posibilitaron el acceso a instituciones y a personas con cargos oficiales en América. Por lo tanto, Humboldt dependía de la bondad del Rey y tanto durante su estancia americana como en los años posteriores, mostró su agradecimiento, manteniendo cierta distancia de la política colonial española, teniendo cuidado de no introducirse en situaciones comprometidas y no enfocando sus investigaciones desde la crítica de las circunstancias encontradas, sino dedicándose principalmente a la investigación científica.

El científico prusiano permaneció casi seis meses en España disponiéndose para su gran expedición. Durante este tiempo contactó con científicos e instituciones científicas españolas con el objeto de prepararse para su gran viaje de exploración por América, ampliando sus conocimientos sobre las ciencias naturales de este continente. Además, aprovechó este período para realizar viajes de investigación tanto por la península española como por Tenerife, llevando a cabo numerosos estudios en los cuales puso a prueba sus nuevos instrumentos de medición. Con tales mediciones Humboldt pisó terreno nuevo y aportó estudios importantes para la investigación científica –principalmente geográfica– de España, constituyendo un resultado de esos estudios dos perfiles de la península, uno de Valencia a La Coruña y otro de los Pirineos a Motril.

Estos hechos muestran el significado que tuvo España dentro del marco del proyecto americano de este famoso científico y viajero prusiano, por lo que estas cuestiones se presentarán con más detalle a continuación.

Inicio de su proyecto americano

Según las costumbres de la época, inicialmente Humboldt planeaba su gran expedición todavía en relación con un viaje oficial, es decir, una expedición de varios científicos, organizados por un gobierno, ya que a cierta cooperación en equipo necesariamente correspondía un mejor equipamiento técnico y, por lo tanto, una mayor eficiencia científica. Así, le convenía al principio el hecho de que en ese tiempo se estaba preparando en París un nuevo viaje alrededor del mundo, al cual Humboldt había sido invitado. Pero este viaje, que en un principio se iba a desarrollar bajo la dirección de Bougainville –que luego fue pasada al capitán Thomas Nicolas Baudin, el cual acababa de volver de las Indias–, por motivos económicos –los costes de las guerras de Napoleón afectaban mucho al tesoro público– fue constantemente retrasado. Humboldt aprovechó este tiempo de espera para seguir preparando su viaje al máximo, ya que en su calidad de miembro del equipo de esta expedición, tenía acceso a todos los museos y colecciones de París, y podía probar en ellos los instrumentos más modernos. Entretanto conoció al botánico francés Aimé Goujand Bonpland[3], que también era miembro del viaje planeado.

Cuando la expedición francesa fue de nuevo aplazada, esta vez sin fecha fija, Humboldt decidió finalmente salir y comenzar su exploración de manera autónoma. Un motivo más para tomar esta decisión fue que el amigo de Humboldt, Georg Forster, tenía grandes dificultades para publicar los resultados de la expedición realizada con James Cook. De esta manera se dio cuenta de las ventajas de una independencia personal frente a instituciones o a otras personas. Como consecuencia de esto, le ofreció a Bonpland que le acompañara en su viaje a América, pagado de su propio peculio, lo que el francés aceptó. Antes de embarcar a tierras americanas pretendían realizar un viaje preparatorio al norte de África. Después de haber esperado en vano durante dos meses en Marsella para recibir el permiso para trasaladarse a Túnez –que al final no fue concedido por las autoridades francesas debido a la persecución contra los franceses en esta región– Humboldt y Bonpland tomaron la decisión de viajar a España con el fin de intentar realizar el previsto viaje africano desde allí. Otra vez las cosas ocurrirían de forma diferente a la prevista, aunque en este caso con ventaja para el prusiano: el viaje de preparación fue cancelado y la gran expedición a América tomó su inicio directamente desde España.

Preparación científica y diplomática de la expedición en España

Tras su llegada a la Península Ibérica por Barcelona los primeros días de enero de 1799, el prusiano y su compañero de viaje, comenzaron su camino adentrándose en las tierras del antiguo reino de Valencia para continuar por la llanura manchega hasta entrar, a principios de febrero de 1799, en la capital del reino, Madrid.[4] Durante su recorrido aprovecharon para realizar una amplia investigación científica, principalmente de carácter geográfico, geológico y climatológico, sobre las regiones de España que debían atravesar. Así, Humboldt probó durante el camino sus novedosos instrumentos de medición –sextante, cronómetro, barómetro y termómetro–, que había traído desde París, y determinó con ellos parámetros geográficos tales como la altura sobre el nivel del mar o la posición astronómica de puntos destacables. Además, estudió las formaciones geológicas de la meseta de Castilla y subió a Montserrat; entretanto, Bonpland estudió la flora y coleccionó plantas. De alguna manera el viaje por España se puede considerar como el viaje preparatorio, planeado para el proyecto americano, ya que realizaron el tipo de investigaciones con las que querían comenzar también en el Nuevo Continente. Esto ha de ser considerado como una hazaña científica porque este tipo de investigaciones apenas se podían apoyar en trabajos hechos anteriormente y, por otro lado, hay que reconocer la notable aportación por ellos realizada para la investigación naturalista de España[5].

Como ya fue mencionado, Humboldt necesitaba el permiso del Rey de España para investigar en las regiones que le interesaban, dada su pertenencia al imperio español.[6] En parte debido a la capacidad diplomática que tenía Humboldt, pero en mayor medida por los contactos que él mantenía con personas influyentes y, en último lugar, gracias a una gran dosis de suerte, fue posible que Humboldt consiguiera el permiso necesario para la realización de su proyecto americano. El enviado de Sajonia, Barón Philippe de Forell (1756-1808) le ayudó a conseguir una audiencia con Don Mariano Luis de Urquijo, que entonces era Ministro de Asuntos Exteriores de España. Urquijo se mostró muy interesado en el proyecto científico de Humboldt y consiguió para él una audiencia con el rey Carlos IV en Aranjuez. También el Rey se interesó por los planes del explorador, y concedió a ambos viajeros dos generosos pasaportes, uno del Ministro de Gracia y Justicia de Indias, José Antonio Caballero, y el otro de Mariano Luis de Urquijo, acompañados de numerosas cartas de recomendación, con el fin de recabar ayuda y protección en las colonias españolas en América. Esto lo supo apreciar mucho Humboldt, y lo mencionó al principio de su obra Viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente: “Nunca había sido acordado a un viajero permiso más lato; nunca un extranjero había sido honrado con mayor confianza de parte del gobierno español[7]”. De hecho, el pasaporte contenía formulaciones bastante generosas permitiendo que Humboldt fuese a América “a fin de continuar el estudio de las minas, y hacer colecciones, observaciones, y descubrimientos útiles para el progreso de las ciencias naturales”. Además prescribía que nadie debería impedirle “por ningún motivo la conducción de sus instrumentos de Física, Química, Astronomía, y Matemáticas, ni hacer en todas las referidas posesiones las observaciones y experimentos que juzgue útiles, como también el recolectar libremente plantas, animales, semillas, y minerales, medir la altura de los montes, examinar la naturaleza de éstos, y hacer observaciones astronómicas [...][8]”. Motivo de esta generosidad del monarca español fue el interés particular que Humboldt había despertado en él: presentó un documento llamado “Notice sur la vie littéraire”, donde hacía mención a sus actividades en las minas de Prusia, a fin de demostrar a los gobernantes españoles el beneficio inmediato que España podría lograr de sus posesiones de ultramar gracias al viaje que pretendía realizar[9].

El ministro Forell no solamente le abrió a Humboldt las puertas de la corte real, sino también del ambiente científico de Madrid. Gracias a sus contactos en estos círculos, le podía presentar a Humboldt los científicos más famosos, así como establecer los contactos necesarios para la preparación del proyecto americano. De esa manera Humboldt podía prepararse óptimamente para su viaje, y aumentar su conocimiento sobre los territorios americanos, ya que en aquel tiempo no había otro lugar en Europa con tantas colecciones de Iberoamérica como Madrid.

Forell le introdujo en el Círculo del Real Gabinete de Historia Natural, que había sido inaugurado en 1776, integrado por los científicos más competentes, sobre todo procedentes del extranjero. Miembros eran, entre otros, Louis Joseph Proust (1754-1826), profesor de química de la Academia de Artillería de Segovia y de procedencia francesa, que más adelante llegaría a ser director del laboratorio real bajo Carlos IV; Christian Herrgen (1765-1816), profesor de mineralogía y director del departamento mineralógico del Museo de Ciencias Naturales en Madrid; y Wilhelm Thalacker, un joven alemán, que en este tiempo se encontraba en Madrid. De Proust y Thalacker recibió amplias informaciones sobre minerales americanos, y junto con Thalacker publicó en los Anales de Historia Natural; a través de ellos se estableció el contacto con José Clavijo y Fajardo (1730-1806), que a la sazón era vicedirector del Real Gabinete de Historia Natural en Madrid y, además, traductor de las obras de George-Louis Leclerc (1707-1788), conocido como Conde de Buffon.

Durante su estancia en Madrid también se puso en contacto con los miembros de la expedición de Alejandro Malaspina (1789-1794), a fin de poder preparar mejor su expedición gracias al conocimiento y la experiencia de ellos en América. Así, por ejemplo, José Espinosa y Tello (1763-1815) le dejó mediciones cartográficas hechas en América, mientras que su intercambio con Louis Née, el botánico de la expedición de Malaspina, también resultó muy fructífero, ya que aquel había traído a España los herbarios más grandes que se habían visto en Europa hasta entonces.

Así mismo utilizó su tiempo en Madrid para conocer el círculo científico existente en torno al Jardín Botánico. Aquí es preciso mencionar sobre todo al futuro director del Jardín Botánico, Antonio José Cavanilles (1745-1804), quien conocía al antiguo profesor y amigo de Humboldt, el botánico Karl Ludwig Willdenow, y además era discípulo y amigo de A. Laurent Jussieu. Cavanilles se encargó de divulgar en Europa los resultados botánicos de las expediciones españolas a América del Sur, y también fue quien vulgarizó los trabajos del médico y botánico español José Celestino Mutis, que vivía en Sudamérica, y a quien Humboldt más adelante conocería personalmente. Además, aprovechó la oportunidad de estudiar las colecciones de Ruiz y Pavón en el Jardín Botánico, que los mismos habían coleccionado durante su expedición botánica junto a J. Dombey en Perú y Chile (1777-1788).

Finalmente, también conoció Humboldt en Madrid al cronista oficial de Indias, Juan Bautista Muñoz, que había fundado en el año 1785 en Sevilla el Archivo de las Indias, donde se habían guardado todos los documentos sobre las colonias españolas en América y que en este momento estaba ocupado en la creación de su obra Historia del Nuevo Mundo.

Desde la Villa y Corte Humboldt y Bonpland proseguirían, a mediados de mayo, hasta La Coruña, que entonces era el puerto principal para los barcos que salían hacia las Indias. Finalmente, embarcaron en el puerto de esta ciudad gallega el 5 de junio en dirección a América, no sin antes hacer escala en las Islas Canarias, donde pudieron realizar una estancia de seis días, entre el 19 y el 25 de junio de 1799, con objeto de efectuar diversas investigaciones en Tenerife. Así los dos naturalistas ascendieron al cráter del Pico del Teide, llevaron a cabo experimentos para el análisis del aire y se interesaron por la actividad volcánica del Teide; Además, y fue allí donde Humboldt inició su interés por las culturas autóctonas de las regiones visitadas, en este caso por la cultura de los guanches. Asimismo, la estancia canaria se caracterizará por sus aportaciones botánicas, especialmente en el campo de la geografía de las plantas, como se puede apreciar en sus posteriores publicaciones[10].

Tras esta breve estancia iniciaron su viaje de cinco años, que les llevaría a los territorios americanos de la Corona española que hoy corresponden a los países de Venezuela, Cuba, Ecuador, Perú y México, y finalmente a los Estados Unidos, hasta que en agosto de 1804 regresaron finalmente a Burdeos.

Humboldt y su revaloración de los primeros cronistas españoles

Después de su regreso de América, Humboldt se ocupó de manera intensiva del pasado de las colonias españolas, ya que con su orientación historicista partía de la opinión de que había que conocer el pasado de una región para comprender el presente. En este aspecto dependía, en primer lugar, de las antiguas fuentes españoles de los siglos XVII y XVIII, ya que eran casi exclusivamente españoles los que desde el descubrimiento de este continente habían descrito a las culturas que allí encontraron, desde los puntos de vista más diversos, es decir, como viajeros, conquistadores, misioneros, funcionarios etc. Así, el científico ayudó a rehabilitar estos escritos y elaboró de esta manera una parte de la historia española, lo que a su vez despertó en España un interés más profundo por sus estudios. Las crónicas de Indias en los tiempos de Humboldt no eran tomadas muy en serio en el ambiente científico. Se las consideraba exageradas, se mantenía un gran escepticismo hacia ellas, y en Europa se las despreciaba considerándolas “cuentos de frailes”. Humboldt, al contrario, se ocupó de ellas sin escepticismo y las empleó como fuentes fiables sobre el pasado del indio americano. Por lo tanto, no se debe subestimar su significado para la integración de estos documentos históricos en la discusión científica.

Como él mismo dice en su obra Cristóbal Colón y el descubrimiento de América:

[...] la lectura de las obras que contienen las narraciones de los conquistadores ha tenido para mí especial atractivo, y las investigaciones hechas en algunos archivos de América y en bibliotecas de diferentes partes de Europa me han facilitado el estudio de una rama descuidada de la literatura española[11].

Por el tipo de comentario que nos comunica el prusiano detectamos que el planteamiento global presentado en sus obras está relacionado con las ideas que contienen estos relatos sobre el Nuevo Mundo y su forma de percibirlo. En especial, el padre jesuita José de Acosta, junto con Fernández de Oviedo, fueron considerados por Humboldt como fundadores de lo que denominó “Física del Globo”.

De esta manera escribe en su obra culminante, el Cosmos, que redacta a finales de su larga vida:

Cuando se estudian seriamente las obras originales de los primeros historiadores de la Conquista, sorpréndenos encontrar en los escritores españoles del siglo XVI el germen de tantas verdades importantes en el orden físico. (...) El fundamento de lo que hoy se llama fisica del globo, prescindiendo de las consideraciones matemáticas, se halla contenido en la obra del jesuita José Acosta, titulada Historia natural y moral de las Indias, así como en la de Gonzalo Hernández de Oviedo (…). En ninguna otra época, desde la fundación de las sociedades, se ha ensanchado tan repentina y maravillosamente el círculo de las ideas, en lo que se refiere al mundo exterior y a las relaciones del espacio [...][12].

Además, no solamente estudió los relatos de los primeros cronistas españoles, sino también de aquellos de las épocas subsiguientes, es decir, de las recopilaciones e interpretaciones de aquellos escritos a las que se dedicaron los investigadores en los siglos XVII y XVIII. A través de este análisis de toda la literatura sobre América escrita hasta entonces, Humboldt llegó a convertirse en un conocedor excelente de la historiografía española clásica y en un verdadero experto en la historia de los indios de las colonias españolas del Nuevo Mundo. Asimismo, con esta elaboración de la historia española estableció de nuevo conexiones con España, el país donde se había iniciado su proyecto americano. Resumiendo, se puede afirmar que la obra americana de de este famoso prusiano no surgió solo de su expedición, sino que fue resultado de un amplio trabajo sobre toda la literatura americanista de España.

El reconocimiento oficial por parte de España

A lo largo de su vida, Humboldt recibió el reconocimiento académico, científico y político de diferentes gobiernos españoles y de sus instituciones. Este hecho matiza de manera concluyente las afirmaciones rotundas en torno a la falta de aprecio por parte de la sociedad española del científico prusiano, si bien es cierto que con altibajos, según el momento histórico[13].

La primera distinción fue el nombramiento de “Miembro correspondiente del Real Jardín Botánico de Madrid”, a propuesta de su director Casimiro Gómez Ortega, y con la fecha de 8 de junio de 1799, estando Humboldt recién embarcado en La Coruña y camino de las Islas Canarias. Este nombramiento quizá se deba a su compromiso en la recolección de objetos naturales para el Real Gabinete de Historia Natural y los Jardines Reales, tan como figura en el pasaporte que le expidió el ministro Mariano Luis de Urquijo para su viaje a mericano.

El segundo reconocimiento tuvo lugar el 24 de enero de 1811, en plena ocupación napoleónica de la Península Ibérica, cuando la Real Academia de Medicina de Madrid le nombra “Miembro correspondiente” a propuesta del vicepresidente de la Academia José Mariano Mociño, como este mismo le comenta en una carta a Humboldt del 16 de marzo de 1811:

Ninguno recibe Usted antes lo hace admitiendo el titulo de socio de la Real Academia Medica de Madrid, cuyo diploma entregará a Usted Mr. Robert, porque he querido hacer mi vice-presidencia recomendable a este cuerpo con la adquisición de un individuo como Usted a quien deseo mucha salud, y larga vida, para que continúe sus utilísimas tareas[14].

Si bien a Humboldt le fue negado el permiso de viaje en 1830 por la cerrazón de los absolutistas, fieles a los deseos de Fernando VII[15], el 3 de diciembre de 1845, por Real Decreto, la reina Isabel II concede al científico prusiano la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III[16], una de las condecoraciones más importantes, con la que el gobierno español no solo reconoce sus méritos sino también rinde un homenaje especial, como explica en su Constitución:

Siendo uno de los fines principales de esta institucion el tener nuevos medios de condecorar á nuestros vasallos distinguidos, así en España como en las Indias, y de premiar sus servicios, será nuestro especial ciudado atenderlos segun el mérito que contraigan sirviendo á nuestra Real Persona y Estado en cualquiera carrera que sigan[17].

Finalmente, la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid le nombra en 1847, el mismo año de su creación, “Académico corresponsal extranjero”, por iniciativa de su primer presidente Antonio Remón Zarco del Valle y Huet. Al recibir su nombramiento Humboldt expresó que “hubiera tenido el mayor sentimiento en bajar a la tumba sin ver mi nombre unido al de los hombres científicos que forman la Real Academia de Ciencias de la Nación Española, para mi tan querida[18]”.

Como se ha podido demostrar con la descripción de estos hechos y acontecimientos, España jugó un papel considerable en el proyecto americano de Humboldt. Su gran interés, tanto por la producción científica como por la historia española, seguía aquella curiosidad existente en Alemania por los asuntos de España, y que caracterizó tanto al romanticismo como a la Ilustración alemana. Este espíritu alemán, que se estaba formando entonces, se orientaba, conscientemente, en oposición al espíritu francés. El hispanismo de Humboldt parece haber sido un intento explícito de defender la tradición científica española de los juicios negativos, imperantes en la Europa ilustrada[19].

Finalmente, es preciso destacar que Humboldt tomó partido decididamente a favor de España con su aprecio y promoción de la ciencia de este país, su argumentación en contra de la supuesta inferioridad de América y de la Leyenda Negra, y por su revalorización de España tanto como poder colonial en el presente como por su pasado colonial. Tanto su fama como el grado de renombre internacional que había alcanzado pudieron influir positivamente en la imagen de España construida en el exterior. Posiblemente sea esta la parte más importante de todo lo que este famoso científico prusiano aportó a la imagen de España, ya que lo que son sus escasas descripciones del país en los aspectos tratados, serían pronto superadas por las entusiastas narraciones de los viajeros románticos.

Tras la desatención a estos aspectos durante mucho tiempo, en los ultimos años ha crecido de manera considerable el interés por la estancia de Humboldt en España así como por sus multiples vínculos con este país. Al margen de numerosas publicaciones sobre los diversos aspectos de este tema, este interés también se plasma en el hecho que se han realizado varias exposiciones sobre el naturalista prusiano. Una primera, realizada bajo el titulo Alejandro de Humboldt – una nueva visión del mundo de octubre de 2005 a enero de 2006 en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, se dedicó a toda la vida y obra de Humboldt y reservó un pequeño espacio al papel de España dentro de ello. Con el objeto de enfocar estas cuestiones más detalladamente, el Instituto Goethe de Madrid organizó la exposición Alejandro de Humboldt y Aranjuez: El gran explorador alemán y sus vínculos con España, que fue inaugurada en el Centro de Estudios Superiores Felipe II de Aranjuez (28.11.2005-28.01.2006) y mostrada bajo un título modificado posteriormente en Alcalá de Henares (abril 2006) así como en Barcelona (mayo 2006).

Finalmente, esta exposición fue tomada como punto de partida para desarrollar otra exposición con el Instituto Cervantes, mucho más amplia y detallada, que se ocupa exclusivamente de los vínculos entre Humboldt y España. De esta manera se abarca, entre otros, el viaje de Humboldt por las distinas regiones de la Península Ibérica así como por Tenerife, sus contactos con el mundo científico español de su época, y la imagen que crea de este país con sus diversos comentarios en sus obras, sus diarios y su correspondencia. Asimismo, se enfoca por el otro lado su percepción en la prensa española del siglo XIX, en el mundo academíco y en el ámbito científico. También se hace referencia a su plan de volver a España en el año 1830, a sus vínculos con las expediciones científicas que se estaban realizando entonces bajo los auspicios del gobierno español, y a la estancia española de su hermano Wilhelm, que se produjo pocos meses después de su salida a América, en la que supuestamente tuvieron influencia la descripciones que Alexander le había enviado desde este país.

Esta exposición fue inaugurada recientemente en el Instituto Cervantes de Berlín, donde se muestra del 28 de septiembre al 3 de noviembre de 2006 bajo el título Un viaje del espíritu: Alexander von Humboldt en España. Se trata de una exposición itinerante, que será presentada en distintas sedes de esta institución a nivel internacional, teniendo lugar la próxima inauguración el 14 de noviembre de este año en Munich y constituyendo posibles lugares para futuras exposiciones ciudades como Bremen, Viena, Estocolmo y Londres. También se ha publicado un catálogo para esta exposición[20], que incluye los textos de los paneles tanto en español como en la correspondiente traducción al idioma local de las distintas ciudades; la versión actual de este catálogo se encuentra, por tanto, en español y alemán.

El viaje de Alexander von Humboldt por España

15-12-1798 Alexander von Humboldt y su compañero de viaje francés Aimé Bonpland emprenden su viaje hacia España desde el sur de Francia. Pasan por Nimes, Montpellier y Perpignan y se dirigen al puerto de La Junquera con el fin de entrar en España.

5-01-1799 Humboldt pisa tierra española y llega el 7 de enero a Gerona, donde comienza sus mediciones geográficas de la Península Ibérica. Después, continúa viaje hacia Barcelona.

08-01-1799 Humboldt llega a Barcelona y se aloja en la Fontana de Oro. Desde allí realiza una serie de excursiones a Montserrat, Tarragona y Sagunto.

28-01-1799 Humboldt emprende el viaje de Barcelona a Madrid, pasando por Valencia. Ruta del viaje: Venta de Lionet (28 de enero), Los Munjos (29 de enero), Figuereta (29 de enero), Cambrils (30 de enero), Col de Balaguer (31 de enero), Venta de la Sienita (2 de febrero), Valencia (5 a 7 de febrero), Puerto de Almansa, Albacete, Provencio, Quintanar de la Orden, Alcázar de San Juan, Corral de Almaguer, Ocaña, Aranjuez y Valdemoro.

23-02-1799 Los dos viajeros llegan a Madrid. Humboldt se aloja, probablemente, en casa del encargado de negocios prusiano David de Tribolet-Hardy. De forma más permanente se alojó en la Fontana de Oro.

Marzo de 1799 Humboldt se traslada en varias ocasiones a Aranjuez, donde reside la corte española, y es presentado al rey Carlos IV.

04-03-1799 Humboldt inicia sus observaciones astronómicas en Madrid, en el Palacio del Duque de Infantado.

11-03-1799 A través del barón Philippe de Forell, embajador de Sajonia, Humboldt entrega a Carlos IV un memorial y una descripción de las actividades científicas realizadas hasta este momento, a fin de obtener el permiso para llevar a cabo una expedición con fines de investigación científica en las colonias españolas en América.

15-03-1799 El barón de Forell es informado de la concesión a Humboldt del permiso solicitado.

20-04-1799 Humboldt se encuentra en Aranjuez.

02-05-1799 Humboldt vuelve a Aranjuez y mide la posición geográfica del Palacio Real.

07-05-1799 Con esta fecha es expedido en Aranjuez el pasaporte de Alexander von Humboldt, que le autoriza su periplo americano.

13-05-1799 Humboldt inicia su viaje desde Madrid a La Coruña. Ruta del viaje: El Escorial, Puerto de Guadarrama, Medina del Campo, Tordesillas, Venta de Almaraz, Villalpando, Benavente, Astorga, Puerto Manzanal, Bembibre, Villafranca del Bierzo, Los Nogales, Lugo, Guitiriz y Betanzos.

05-06-1799 Humboldt y Bonpland embarcan en la corbeta Pizarro, iniciando así su famosa expedición americana.

16-06-1799 Humboldt logra divisar las Islas Canarias en el horizonte.

17-06-1799 El barco pasa por la isla La Graciosa. Por primera vez en su vida, Humboldt pisa tierra fuera del continente europeo.

19-06-1799 Los científicos llegan a Santa Cruz de Tenerife.

20-06-1799 Ambos se dirigen a La Orotava, pasando por La Laguna.

21-06-1799 Humboldt asciende al Pico del Teide.

22-06-1799 Realizan excursiones alrededor de La Orotava. Humboldt observa las estrellas en la cuesta del Pico.

24-06-1799 Regresan a Santa Cruz de Tenerife.

25-06-1799 Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland embarcan en Santa Cruz de Tenerife, partiendo rumbo al continente americano.

Sandra Rebok

Notes de pied de page

  1. ^ PUIG-SAMPER, Miguel Ángel, “España en la memoria de Humboldt y en el olvido de los humboldtianos”. Matices, Colonia, núm. 23, 1999, pp. 44-45; PUIG-SAMPER, Miguel Ángel, “La investigación humboldtiana en España. Antecedentes y perspectivas”. Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas, tomo 37. Colonia/Weimar/Vienna: Böhlau, 2000, pp. 347-356. PUIG-SAMPER, Miguel Ángel; REBOK, Sandra, “Alexander von Humboldt y España: Historial de una investigación”, Actas del congreso Historia cultural de la Naturaleza, la técnica y las Ciencias Naturales en España y Latinoamérica, Universidad Técnica de Dresde, abril 2005 (en prensa).
  2. ^ También en España, hasta hace solo unos años, la investigación se ha ocupado relativamente poco de este asunto. Lo que a primera vista puede parecer asombroso, sí puede ser explicado, no obstante, por el hecho de que la investigación de Humboldt se llevó a cabo en un momento en el que los países de América Latina se encontraban en proceso de independizarse de la metrópoli española. Por consiguiente, su viaje siempre ha sido asociado más con una América implicada en movimientos independistas que en relación con España. A este hecho contribuyó también la instrumentalización de Humboldt como promotor ideológico de la Independencia por parte de las nuevas repúblicas latinoamericanas. Por estos motivos, hasta ahora han sido sobre todo científicos americanos quienes se han dedicado al estudio de las obras de Humboldt.
  3. ^ 1773 (La Rochelle, Francia) – 1858 (Santa Ana, Argentina), botánico y médico.
  4. ^ Véase el itinerario completo en la cronología de su viaje por España al final del texto.
  5. ^ Años más tarde, en 1825, Humboldt publicó los resultados de sus investigaciones en España bajo el título Über die Gestalt und das Klima des Hochlandes der Iberischen Halbinsel en la revista geográfica Hertha (tomo 4, p. 5-23). Una traducción al español se publicó en: PUIG-SAMPER, Miguel Ángel; Sandra REBOK. “Un sabio en la meseta: el viaje de Alejandro de Humboldt a España en 1799”. Revista de Occidente, julio-agosto, núm. 254-255, 2002, pp. 95-125. PUIG-SAMPER, Miguel Ángel; Sandra REBOK, “Un sabio en la meseta: el viaje de Alejandro de Humboldt a España en 1799”. Humboldt im Netz (http://www.uni-potsdam.de/u/romanistik/ humboldt/hin), Berlín/Potsdam, núm. III, 5, 2002.
  6. ^ Véase una descripción detallada de este proceso en: PUIG-SAMPER, Miguel Ángel. “Humboldt, un prusiano en la Corte del Rey Carlos IV”. Revista de Indias, vol. LIX, núm. 216, p. 329-355, 1999.
  7. ^ HUMBOLDT, Alejandro; BONPLAND, Aimé, Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente, 5 tomos, Caracas, Escuela Técnica Industrial Talleres de Arte Gráficas, 1941-42, t. 1, p. 45.
  8. ^ PUIG-SAMPER, 1999, p. 341.
  9. ^ Publicado enteramente y en su traducción al español en: ibidem.
  10. ^ La estancia de Humboldt en Tenerife ha sido estudiada en profundidad por Manuela Hernández González. Véase: HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Manuel, Alejandro de Humboldt. Viaje a las islas canarias. La Laguna: Francisco Lemus, 1995; HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Manuel, Permanencia en Tenerife. Santa Cruz de Tenerife/Las Palmas de Gran Canaria: Idea, 2005.
  11. ^ HUMBOLDT, Alexander von, Cristóbal Colón y el descubrimiento de América. Caracas: Monte Ávila Editores, 1992, p. 12.
  12. ^ HUMBOLDT, Alexander von, Cosmos. Ensayo de una descripción física del mundo. 4 tomos. Madrid: Imprenta de Gaspar y Roig, 1874, vol. II, p. 255 ss.
  13. ^ PUIG-SAMPER, Miguel Ángel; Sandra REBOK, “Virtuti et merito. El reconocimiento oficial de Alexander von Humboldt en España”. Humboldt im Netz (http://www.uni-potsdam.de/u/romanistik/humboldt/hin), Berlín/Potsdam, núm. V, 8, 2004.
  14. ^ Diarios inéditos de Humboldt (diario VIII, 179 V), copia en el centro de estudios humboldtianos de la Academia de Ciencias de Berlín-Brandenburgo.
  15. ^ Véase: BLEIBERG, Germán, “Sobre un viaje frustrado de Humboldt a España”. Estudios Geográficos, Madrid, núm. 76, 1959, pp. 373-389.
  16. ^ PUIG-SAMPER, Miguel Ángel; Sandra REBOK, “El científico y la reina: La concesión de la Gran Cruz de Carlos III a Alexander von Humboldt”. Revista de Occidente, Madrid, núm. 280, 2004, pp. 81-91.
  17. ^ Constituciones de la real y distinguida Orden española de Carlos Tercero, instituida por el mismo Augusto Rey a 19 de Septiembre de 1771 en celebridad del felicísimo nacimiento del infante. Madrid: Imprenta Nacional, 1865, p. 17.
  18. ^ Lorente, Mariano, Resumen de las actas de la Real Academia de Ciencias de Madrid en el año académico de 1858 a 1859, leído en la sesión del día 14 de octubre. Madrid: Imprenta y librería de Don Eusebio Aguado, 1860, p. 30.
  19. ^ PINO DÍAZ, Fermin del. “Alejandro de Humboldt y la polémica de la ciencia española”. Cuadernos Hispano-Americanos, núm. 583, abril 1999, p. 39.
  20. ^ PUIG-SAMPER, Miguel Ángel; REBOK, Sandra, Un viaje del espíritu: Alexander von Humboldt en España. Aranjuez: Doce Calles, 2006

Référence électronique

Sandra REBOK, « EL PAPEL DE ESPAÑA EN LA EXPEDICIÓN AMERICANA », Astrolabe - ISSN 2102-538X [En ligne], Novembre 2006, mis en ligne le 25/07/2018, URL : https://crlv.org/articles/el-papel-espana-en-expedicion-americana